Dormía plácidamente, cuando sentí que la cama se movía…Agucé el oído, y sentí que alguien respiraba a mi lado, y al mover la mano, sentí que chocaba con alguien…¡Me asusté y encendí la luz! Y ahí estabas, flaco, sonriendo, me diste un beso en la mejilla, y estuvimos conversando mucho rato, dormimos, y cuando desperté ya no estabas! Sentí ruido en el baño, y al levantarme vi que las personas de las otras habitaciones del hostal entraban y salían del baño, pero cuando quise entrar, salió mucho vapor de las duchas…En eso, vi tus calcetines sobre la cama, y supe que no fue un sueño y que estabas tú ahí, en la ducha…En eso, apareciste muerto de la risa , pero te encontré tan flaco…Me acerqué por tu espalda y rodeé tu cintura con mis brazos, y…¿qué te pasa, flaco? ¿Qué no comes? Tú gozabas con mis preguntas.
Íbamos saliendo hacia la calle húmeda, pues lloviznaba, cuando al pasar frente a una ventana, veo a la Viana! No lo podía creer! Toqué el vidrio y la llamé, pero cuando salió, resultó que ella no me recordaba…no sabía mi nombre…a ti te miró sin verte…Nos largamos a reír, incrédulos, pero cuando nos dimos cuenta de lo que ocurría, se nos congeló la cara, nos miramos, y de la mano corrimos, corrimos, corrimos…Íbamos arrancando de la impresión…cuando de pronto sentí que caía al abismo…y al llegar abajo, pegué un brinco…¡y desperté!