Sonó el despertador, abrí los ojos al tiempo que estiraba la mano para aplastar al maldito y escuchar esa copiosa lluvia golpeando los vidrios como si fuera una lluvia de finas piedrecillas. El viento empujaba y tironeaba los árboles, yo veía las sombras en las cortinas y escuchaba cómo las ramas rasguñaban las paredes, con un chirrido muy desagradable. Encendí el televisor, con la intención de ver las noticias, pero ya las habían dado…ahora era el momento de los pelambres…muy desagradable! Que día más perro!
Me tomé la pastilla para la presión y salté de la cama, busqué ropa limpia y bajé apurada la escalera porque me dió frío…encendí el calefont, abrí la llave de la ducha, y apenas me quité el pijama, entré bajo el chorro de agua caliente. ¡Por fin dejé de tiritar! Agarré el shampoo y empecé a masajearme la cabeza…y de repente, se me cayó una…
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